Hace tiempo leía el post que la autora de My Little Pleaschhures escribía bajo el título "Para qué sirve una hermana". Desde entonces tenía mi propia versión de esa entrada pendiente. Cualquier momento hubiese sido bueno para explicarle al mundo para qué sirve mi hermana, pero hoy me apetece más que nunca.
Mi hermana sirve para llamarla Laurel, y que me responda, obviamente. Como también comentó Cristina, la autora del blog que he mencionado antes, mi hermana sirve para ver a mis padres hacer de padres como espectador. Para que nos lleve en coche a mi madre y a mí a pesar de que las dos tenemos carnet. Para ocuparse de Coquín cuando no estoy en casa, que es mucho tiempo. Sirve para abrazarla y besarla y que siempre se queje, aunque sabemos que en el fondo le encanta. Para darme cuenta de que, por la integridad de los tímpanos ajenos, no es buena idea gritarle a mi madre, y tampoco lo es llevarle la contraria a mi padre. Sirve, por eso mismo, para valorar a las personas que son fieles a sí mismas y que piensan que cuando tienen algo que decir no deben callarse. Para contarle mi no-historia con R. Para contarle mil historias más. Para que ella me las cuente. Sirve para robarle jerseys. Para ofrecerme un cubata cuando me has quedado sin bebida. Para agujerearnos las narices a la vez. Para tatuarnos a la vez. Para retransmitirme en la distancia lo que está pasando en casa y las carcajadas de mi madre cuando ve la televisión. Para hacerme cómplice. Para hacerla cómplice. Para ser de las pocas personas que leen las entradas de mi blog. Para pasarme fotos por whatsapp de sus paseos de guiri hasta la hora de coger el autobús. Para llevarse el premio a la persona más difícil de hacer cambiar de opinión. Para decirme cuánto extraña desayunar en la cafetería del camarero guapo. Para recordarle que "de extrañar no se vive". Para hacerme los regalos que más me gustan y para orientar a los demás con respecto al tema. Para que cada 29 de agosto le ponga el temaso de "Cumpleaños sensacional". Para intentar transmitirle seguridad, aunque yo también esté asustada. Para recordarle que hay que ser optimistas. Para ser mi espejo. Para enseñarme que no tenemos por qué demostrar nada a nadie, más que a nosotras mismas.
Anne Vyalitsyna & Irina Shayk para VS Magazine.
Mi hermana sirve para dejarme lacia. Para recomendarme algunas películas. Para decirle que tiene unas muñecas excesivamente delgadas y que cada vez se está quedando más pequeña. Sirve para experimentar lo que es una verdadera crítica, cuando probablemente nadie se atrevería a decírmelo. Para repetirle una y mil veces que vea Breaking Bad y ella me recuerde que todavía no he visto Los Soprano. Para que me deje ropa cuando vengo con la maleta vacía de Sevilla. Y con la maleta llena también. Para enseñarme que a pesar de las muchas adversidades que nos podamos encontrar por en el camino hay que saber sacar una sonrisa. Para traerme un vasito de agua cuando estoy en el sofá. Para decirme que me levante yo a por el puñetero vasito de agua. Para ponerme una y mil veces el icono del dedito de aprobación en el chat del Facebook. Mi hermana sirve, como nadie, para encender la chimenea. Para hacerme fotos. Para hacerle fotos. Para comernos bocadillitos de salami cuando volvemos (muy tarde) de fiesta - ¿¡pero tú que entiendes por salami!?. Para irme con ella de festivales. Para compartir frikadas. Para patearnos Sevilla. Para darme cuenta de lo que echa de menos esa ciudad. Para pelearnos con ganas y echarnos cosas a la cara. Para reirnos viendo gifs de gatitos. Para ir acompañada al cine. Para darme cuenta de lo inútil que es al infravalorarse. Para hablar de nuestros complejos como probablemente nunca lo haremos con nadie. Para reírme de ella. Para que te diga "xuxxxooo" y se ría sola. Para soportar mis playlists y algunas canciones en bucle, confieso, de Beyoncé. Para que nos contemos nuestras penas y alegrías. Para que me de cuenta, motivada por las 300 fotos frente a las 3 mías, de que mis padres la querían mucho más a ella de pequeña, o al menos les parecía más guapa. Para confirmar que era más guapa que tú. Y mucho más graciosa. Para sonreír y comprenderlo definitivamente al ver en esas 300 fotos lo flamenca, guapa y graciosa que era de pequeña, todo a la vez. Sirve para ilustrar lo que ser una buena persona significa. Para estar siempre ahí. Para que sepa que siempre voy a estar ahí. Para reafirmarme en lo que la quiero.
Mi hermana sirve para escribir una entrada sobre ella y darle gracias a la vida por hacerla mi hermana.
Porque no hay mejor amiga que una hermana, y no hay mejor hermana que tú.
Lowla.
3 comentarios:
me encanta el post
Leí ese articulito en su momento y me pareció precioso. Y tú lo has superado. Se nota que hay mucho detrás de las palabras y que, según he entendido, estáis separadas y es fácil echarse de menos. Ah, me alegra decir que yo también leo tu blog :p
Un besazo ;)
Muchas gracias por tu fantástico trabajo y sinceras palabras. Te adoramos!
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